En la búsqueda de nuestra “media naranja”, muchas veces nos sentimos profundamente atraídos por personas que son polos opuestos a nosotros. Al principio puede que esta diferencia de carácter y personalidad nos seduzca porque lo desconocido siempre capta nuestra atención. Pero ¿realmente estas relaciones tienen el éxito asegurado?
Aunque existe la creencia de que “los polos opuestos se atraen”, en la práctica estas relaciones no son tan fructíferas como cree el imaginario colectivo. Esas “diferencias” que al principio captan nuestra atención y que incluso vemos como rasgos que complementan y enriquecen nuestra personalidad, con el tiempo se convierten en problemas que dificultan el entendimiento de la pareja y provocan la ruptura.
Ser totalmente opuestos, a largo plazo, hará que salgan a la luz problemas naturales fruto de esas diferencias. Claro que no podemos ser iguales, pero completamente diferentes tampoco.
Que una persona metódica congenie con una caótica y desorganizada o que una persona extrovertida se lleve bien con otra más introvertida es posible, pero los estudios científicos demuestran que las parejas compuestas por individuos con gustos parecidos tienen más probabilidad de perdurar en el tiempo.
¿Qué buscamos en una pareja?
No existe una fórmula matemática, ni mágica que asegure el triunfo de una relación de pareja. Son múltiples los factores que influyen en el éxito o en el fracaso de la misma.
Los psicólogos coinciden en que la atracción física es la primera alerta que recibimos cuando vemos en otra persona una potencial pareja. A esto hay que añadir los rasgos psicológicos y la experiencia personal que nos condicionan a la hora de elegir a la persona con la que queremos compartir nuestra vida.
Las vivencias que acumulamos en el terreno amoroso también influyen en la elección de pareja. Con la edad, las preferencias y características que buscamos en la otra persona cambian. Las prioridades de un adolescente no son las mismas que las de un treintañero, por ejemplo.
Tipos de pareja
Quienes buscan a una pareja con personalidad similar a la suya, realmente buscan a alguien que les complemente. Este tipo de relaciones suelen ser sólidas. La pareja posee valores comunes, que les hace enfrentarse a la vida de una manera muy parecida. Generalmente, muestran más facilidad para ponerse en la piel del otro y para resolver las crisis que surgen en la pareja.
“¿Quién dijo que los polos opuestos se atraen? Sí, se atraen, pero nada más; no se comprenden”.
-Alberto Fuguet-
Sin embargo, aquellas personas que buscan una pareja con personalidad opuesta a la suya, necesitan conocer una forma de vida diferente y esto lo hacen a través de su pareja. Las diferencias enriquecen, pero lo que en principio resulta muy seductor y emocionante, con el tiempo pasa factura a la relación.
Los polos opuestos se repelen
Por tanto, y atendiendo a las consideraciones de los expertos, parece ser que en las relaciones de pareja los polos opuestos no causan el mismo efecto que en los campos magnéticos. Más que atraerse, parecen repelerse. Aunque en un principio parezca todo lo contrario. No obstante, si estamos pensando en consolidar la relación y en que esta sea duradera, el resultado no será el que esperamos y lejos de atraernos con nuestra pareja, terminaremos repeliéndonos.
Tenemos que tener determinadas cosas en común, pues si nuestra pareja está a favor de la tauromaquia y nosotros en contra, aunque esto lo podamos pasar por alto en un primer momento al final todo terminará estallando.
Los polos opuestos, con el tiempo, terminan repudiándose.
No podemos convivir y mantener una relación con alguien completamente opuesto y diferente a nosotros, con alguien cuyos valores difieren y chocan con los nuestros. Aunque en un principio parezca haber alguna especie de esperanza y mantengamos en nuestra mente la creencia de que “el amor lo puede todo” en realidad no será así, al menos en la mayoría de los casos.
¿Toda diferencia repele?
Existen las diferencias enriquecedoras. Si a mi pareja le gusta el jazz y a mí me gusta el rock, podemos descubrirnos nueva música. Si a mi pareja le gusta el mar y a mí la montaña, podemos intercambiar aficiones. La cuestión es saber combinarse y no cerrarse a nuevas experiencias. Sin embargo, si nos negamos a abrirnos a nuevas experiencias y sólo queremos hacer lo que nos gusta, esto sí nos puede conllevar grandes problemas a la larga.
Por otro lado, existen diferencias más profundas que sí pueden conllevar problemas desde un primer momento. Por ejemplo, si mi pareja expresa desprecio hacia ciertos colectivos, su actitud es egoísta y egocéntrica y yo soy todo lo contrario, aunque al principio pueda parecer que encajemos, a la larga pueden surgir numerosos conflictos. En este punto nos podemos preguntar si la diferencia en ideas políticas podría influir en las relaciones amorosas, y la respuesta es que sí.
Estos datos pueden verse confirmados por un curioso estudio llevado a cabo en 2011 en Estados Unidos por Klofstad, McDermott y Hatemi, en el que los resultados mostraron que en páginas web de citas la gente prefiere admitir su sobrepeso (aspecto que suele ocultarse) a desvelar su ideología política. Tan sólo el 14% de los sujetos incluían sus tendencias políticas.
Los autores afirman que: “Nuestra mejor estimación es que en la mayoría de las personas prefiere abrir miras en sus relaciones esporádicas y citas, sin embargo, a largo plazo prefiere que los gustos políticos sean un requisito esencial para las relaciones duraderas“